En su clase en el Curso-Taller “Voceros del Padre Hurtado”, el padre Juan Ochagavía S.J se refirió al trabajador intelectual, riguroso e incansable, que fue el Padre Hurtado. “Esto nos ayuda a conocer mejor las características de su inteligencia y de su santidad”, señaló.
“La gente hoy tiene la imagen de un Alberto Hurtado que fue muy activo, gran amigo de los jóvenes y de los pobres, que recoge niños vagos y les ofrece una educación en el Hogar de Cristo. Ve esto como un gesto divino de solidaridad y lo proclama santo. Pero esto no nos puede hacer desconocer u olvidar su dimensión intelectual y de hombre de estudio. Hacerlo, sería fallarle en algo esencial, desvirtuar su imagen y pasar por alto un constitutivo de su misma santidad”, señaló en esta clase el padre Juan Ochagavía S.J.
Y en este sentido, durante su exposición se refirió al trabajador intelectual, riguroso e incansable, que fue el Padre Hurtado. “Esto nos ayuda a conocer mejor las características de su inteligencia y de su santidad, dos dimensiones que él se esforzó por integrarlas, sin jamás oponerlas, como a algunos les gusta hacerlo. Aparece también en su vida la fuerte presencia de ‘lo universitario’”, explicó.
Un santo estudioso
Al enumerar algunas de las características de este Santo estudioso, Juan Ochagavía S.J, señala:
- Había en él un sustrato familiar favorable –mucho por el lado de su madre- que lo predisponía al esfuerzo y al estudio.
- Tiene una personalidad generosa y apasionada, que gracias a la formación familiar austera y al apoyo del colegio, encauza ordenadamente por caminos de superación y servicio a los demás.
- Alberto siempre decía que una voluntad fuerte se desarrolla ante la presencia de un ideal. Para él este ideal fue Cristo, que lo llamó al sacerdocio en la Compañía de Jesús. Ayudado por la oración, los sacramentos y el acompañamiento espiritual, fue creciendo en unión y entrega a Cristo y en deseos de servirlo. Estoy persuadido de que el amor y el deseo de servir a Cristo, al Cristo completo, al Cristo actuante, doliente y triunfante en los hombres y mujeres de hoy día, ha sido el factor más marcador del desarrollo intelectual del Padre Hurtado. Desconocer esto sería alterar los datos de la realidad.
- En miras el sacerdocio, Alberto se dedicó con ahínco al estudio y aumentó su capacidad de trabajo intelectual, alcanzando niveles de rendimiento muy por encima de lo corriente.
- Estudia con entusiasmo y constancia, rigor y método. Por naturaleza más bien tímido, se esfuerza por mejorar en la expresión oral y escrita. Expone su pensamiento con claridad, convicción y un cierto grado de buen estilo.
- Su inteligencia es realista, no es fantasiosa; busca conocer y se somete a los datos objetivos.
- Posee un gran talento organizativo. No se contenta con el “pensar” sino que pasa a la acción, busca el “hacer”. Siente que las ideas — ¡como el dabar bíblico, el Verbo, la Palabra, del prólogo del evangelio de San Juan! — son para ponerlas en práctica. Esto es un rasgo muy suyo. Su inteligencia realista lo lleva a hacer la verdad por sus pasos. Es un pedagogo por naturaleza y por formación.
- La necesidad del “hacer” lo mueve a buscar colaboradores y a crear redes: la Acción Católica, las Congregaciones Marianas, la Librería Splendor (hoy las Paulinas de la Alameda sur), el Hogar de Cristo, la ASICH, etc. No siente haber hecho lo bastante antes de realizar todo lo posible. Y cuando no puede más, entonces le encomienda todo a Dios para que Él haga lo que sea su voluntad.
- Pudo haber sido un investigador destacado y un académico brillante, si se hubiese sentido llamado por Dios a dedicarse a esto de por vida. Dio abundantes pruebas de capacidad y constancia de poder serlo. Sin embargo, las necesidades de la Iglesia lo llevaron por otros caminos. Pero conocía bien lo que es el nivel y el rigor intelectual y era capaz de trabajar a fondo en temas complejos y difíciles.
- Amante de lo sólido, sin dejarse fascinar por la novedad, es un hombre abierto a lo moderno. Se resiste a la afirmación del Nihil novi sub sole, (“Nada nuevo bajo el sol”), de que todo lo actual ya haya sido dicho por los autores antiguos.
- En la línea de la inteligencia emocional, posee un gran don de empatía: de adaptarse al otro, entrar en sus problemas, vivir desde dentro su situación interior, hablarle en su idioma. Hemos visto este rasgo en su acercamiento a la filosofía y literatura no católica. Pero donde esto más relucía era en su relación con los demás. Lo que hizo, en frase de su Rector en Lovaina, que todos lo quisieran: “Querido por todos”.
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Alberto Hurtado, El Intelectual (PDF Descargable)