A quienes hayan visitado la tumba del Padre Hurtado, tal vez les haya llamado la atención un poema de Gabriela Mistral, dedicado a él, y bien dispuesto en una de las paredes exteriores del lugar de descanso del sacerdote. ¿Cuál fue la relación que tuvieron estos dos ilustres chilenos? En el #DíaInternacionaldelaMujer, queremos destacar este intercambio epistolar entre ellos.
“No sé si usted recordará a este su Capellán que tuvo el gusto de conversar largamente con Ud. […] en su último viaje a Chile. Yo sí, la recuerdo con mucho afecto” dice la carta fechada el 4 de febrero de 1952, en la que Alberto Hurtado, sacerdote jesuita director y fundador de la @RevistaMensaje, pide a la Premio Nobel que considere escribir un artículo para la publicación, “que supongo ha estado Ud. recibiendo” señala.
La solicitud
“Me atrevo a esperar de su bondad que ha de acceder Ud. a mi pedido y de antemano me apresuro a agradecérselo. En espera de sus gratas noticias, quedo de Ud. afectísimo Seguro Servidor y Capellán. Alberto Hurtado Cruchaga S.J.” finaliza la misiva enviada por el sacerdote, meses antes de su muerte.
Desgraciadamente, la respuesta de Gabriela Mistral no alcanzó a llegar en vida al futuro santo de Chile, y fue publicada, como él deseaba, en la @RevistaMensaje, pero en noviembre de ese mismo año, 3 meses después de su muerte.
Llega la respuesta: Un pastor menos
Desde Italia, la premiada poetisa chilena destaca en su carta “Un pastor menos”: “Cuando, en esta casa de Nápoles -que tiene un jardincito a Dios gracias -yo sigo el ajetreo de dos o tres pájaros que saquean cuanto pueden en floración, no puedo sino acordarme del ‘género Padre Hurtado’, o sea los que buscan, no entre las plantas floridas, sino en la espesura del egoísmo humano, las sombras de los hartos: ropa, objetos y dineros. Con esta misma gracia del pájaro, él circulaba por Santiago en este menester duro para el alma delicadísima. Con gracia pedía, con la gracia humana y con la otra” y agrega “Ya ha parado ese callejear por nuestra capital, ya no trajina más por sus chiquitos; pero otro habrá que recoja su afán…”
La extensa carta de Gabriela a Alberto, sigue describiendo finamente la triste realidad de la pobreza en nuestro país de la que Hurtado se hizo cargo, y llamando a no dejar de lado la dedicada labor a la que nos llamó el sacerdote jesuita, como podrán leerla en el adjunto.
Finaliza la poetisa con la frase que hoy luce en una de las paredes externas del sitio donde reposan los restos de Alberto: “Y alguna mano fiel ponga por mí unas cuantas ramas de aromo o de “pluma de Silesia” sobre la sepultura de este dormido que tal vez será un desvelado y un afligido mientras nosotros no paguemos las deudas contraídas con el pueblo chileno, viejo acreedor silencioso y paciente.”
El llamado final es “Démosle al Padre Hurtado un dormir sin sobresalto y una memoria sin angustia de la chilenidad, criatura suya y ansiedad suya todavía.”
#DíaInternacionaldelaMujer #8M