1. Felizmente el alma humana no puede vivir sin Dios. Espontáneamente lo busca… aún en manifestaciones desviadas.
2. Esta búsqueda de Dios sólo es posible en esta vida, y esta vida sólo toma sentido por esta misma búsqueda.
3. Dios aparece siempre y en todas partes, y en ningún lado se halla…
4. En lugar de buscar a Dios en las circunstancias en la que nos ha puesto, en las necesidades profundas de mi persona, en las circunstancias de mi ambiente temporal y local, preferimos actuar como hombres universales o abstractos.
5. El hambre y sed de justicia que devora a muchos espíritus, en el deseo de grandeza, en el espíritu de fraternidad universal, está latente el deseo de Dios.
6. Buscar a Dios es quedar unidos a Él por la fe. Es allegarse a Él como objeto de nuestro amor.
7. Y cuando hemos encontrado a Dios, podemos aún seguirlo buscando, por una fe más viva, un amor más ardiente, un cumplimiento más fiel de sus voluntades, de modo que siempre queda un campo nuevo, inexplorado ante nosotros.
8. ¡Toda obra buena es de Dios! ¡Él la hace como causa primera, yo colaboro como instrumento libre, pero instrumento! Él es la causa primera.
9. ¡Señor, haznos dignos de escuchar ese llamado y de seguirlo fielmente!
10. Al que ha encontrado a Dios acontece lo que al que ama por primera vez: corre, vuela, se siente transportado… Lo único importante es: Dios está presente.
11. Dios es Dios. Ante este hecho calla su corazón y reposa.
12. La madre con su hijo, belleza de ternura. Dos jóvenes que se aman, que se quieren… El obrero que lucha por la justicia, sufre y se santifica por ella. El minero que a riesgo de su vida se lanza a salvar a un compañero. La enfermera que vela cariñosa junto al enfermo… El patrón que levanta a su trabajador. Todo eso es bello, muy bello y hay que renovarlo en el mundo y gozar con ello y deleitarse y ensanchar el espíritu.
13. Todo esto es una huella de Dios… y se encuentra a Dios más perfecto, cabal, sin deficiencias, llevado a un grado infinito… ¡Y ese Dios, Él y no otro, será mi vida, mi alegría, mi amor!
14. En la búsqueda de Dios el camino es Cristo; iluminados con su doctrina y sus ejemplos, para obrar nosotros, como Él obraría si estuviera en nuestro lugar.
15. Nuestro trabajo avanza a un ritmo tal que no nos da tiempo para recuperar nuestras fuerzas físicas y espirituales… esto nos trae un desgarramiento interior. Aun rehusándonos a mil ofrecimientos quedamos desbordados, no nos queda el tiempo para buscar a Dios.
16. Cada una de nuestras acciones tiene un momento divino, intensidad divina, término divino. Dios comienza, Dios acompaña, Dios termina…
17. Un día cesará la búsqueda y será el definitivo encuentro… Un día en que veremos que Dios fue la canción que meció nuestras vidas.
18. Nuestro gran problema, pues, no consiste en buscar a Dios, sino en saber que hemos sido buscados y hallados por Dios…
19. Acuérdate que si tienes a Dios, aunque te falte todo lo demás, serás millonario. Si Él te falta, aun teniendo todo lo demás, serás un pordiosero.
20. No puedo mudar ninguna ley de mi vida, de mi obrar, de mi ser. Todo en mí está clamando la dependencia, ley central de mi vida. Locura sería negar la ley de la gravedad, pero más locura, negar la gravedad esencial que lleva mi vida a Dios.
21. Si alguien ha comenzado a vivir para Dios, con abnegación y amor a los demás, todas las miserias se darán cita a su puerta… Si alguien ha tenido éxito en su trabajo, los trabajos se multiplicarán… Si alguien ha podido llevar las responsabilidades ordinarias, se le ofrecerán mayores.
22. Toda religión sincera “en espíritu y en verdad” es una conversación, un comercio filial del hombre con Dios. Sin tensión de espíritu, con paz, pero con todo nuestro espíritu, con todas nuestras fuerzas busquemos conocer más y mejor a Dios.
23. Él se ha venido a instalar en nuestra casa y no quisiera salir nunca: vivir oculto en nosotros hasta nuestra muerte y después manifestarse espléndido en nosotros mismos. Esto ¡cómo ensancha!
24. Vale más la mitad con Nuestro Señor que todo sin Él.
25. Y buscar la paz en la amistad de Aquel que aunque todo el mundo nos abandone no nos abandonará.
26. Es preciso que me pierda en Dios. Cuando mi deseo se encuentre tan acoplado con el suyo que no haya distinción posible, cuando todos los movimientos de mi alma sean idénticos a sus quereres, cuando tenga los mismos intereses, las mismas alegrías, y las mismas preocupaciones y aceptado por Él haya tomado hasta sus tonalidades y su gusto, llegaré a participar de sus poderes y nuestras dos acciones fundidas, podrán acabar la obra de la Redención.
27. La mayor tragedia en lo religioso es porque no conocemos a Dios y nadie puede ser amado sin ser conocido… Por eso la forma más simple de esta oración es un conocimiento de Dios. Cristo, su vida, las luces tan magníficas.