1. Hay que aprovechar las pequeñas ocasiones para imitar y parecerse más actualmente a Cristo Nuestro Señor. Así se forma el hábito. Así se nos harán primero soportables esas pequeñas cruces; después fáciles y por fin sabrosas de manera que las codiciaremos como el avaro las pepitas de oro.
2. Jesús, amo lo que tú amaste.
3. La imagen de Cristo ha de estar siempre presente en el alma del joven, para amarla y para inspirarse en ella a fin de obrar en cada momento como Cristo obraría si estuviera en su lugar.
4. Los santos son pues, totalmente humanos, pero comienzan con lo primero: Dios. Dios revelado en Jesucristo. Ellos se mueven al único fin del hombre, Dios; Dios alcanzado a través de Cristo y por su mediación. Cristo es su luz, de modo que no se engañan; Cristo es su camino, sin el cual se detendrían en la ociosidad; Cristo es su alimento que de no tenerlo desmayarían en tan larga jornada; Cristo es su vida, aún ahora, de modo que por Él se convierten en los buenos pastores de las almas; Cristo es su vida venidera, de modo que viviendo en Él siguen obrando activamente entre los mortales.
5. Nada nos estimula tanto como encontrar un modelo concreto: el modelo absoluto, perfecto, total es Cristo. Nadie se salva sino se configura a Cristo, el único camino… La norma, ¿qué haría Cristo en mi lugar? Pero Cristo no fue mujer y sin embargo modelo para ellas, modelo más asequible María. Podemos copiar del original o de copia… Copiemos de María… La copia más perfecta de Cristo; y toda humana, porque en Cristo hay la naturaleza divina, es Dios. María es totalmente hermana nuestra y madre nuestra.
6. Pongámonos cada día al pie de la Cruz y oiremos dos palabras: “Tengo sed”. No es sólo la sed física. Es el resumen de todos los deseos divinos… y me los expresa como se expresan los deseos más hondos dejándonos adivinar… Nada de imperativos. Me da a conocer su sed y me mira para darme a entender lo que quiere.
7. Solo podrá ser guía de los demás en la medida en que él mismo sea conducido por Cristo, en la medida en que reproduzca su modelo, o al menos tienda a él… hasta que pueda decir: ya no soy yo el que vive en mí; ¡es Cristo!
8. Y uno es soldado de Cristo en la medida en que acepta incorporarse al sacrificio del Jefe, en la medida en que acepta su Pasión sin escándalo y se decide a completar en su cuerpo lo que falta a la Pasión del Redentor.
9. No basta decir creo lo que Él enseña. Soy lo que Él es.
10. Si nosotros los cristianos conociéramos a Cristo y nos conociéramos a nosotros y con la fuerza del verdadero amor procuráramos asemejarnos algo a ese Cristo bondad y justicia, ¡cuánto mejor andaría el mundo!