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Conoció al Padre Hurtado: “Cuando vengo a Chile, no puedo no visitarlo”

Escrito por Matías Burboa

Luis Salas tiene 91 años y asegura haber conocido al Santo de Chile cuando él tenía sólo 18 años y Alberto Hurtado oficiaba ceremonias en la Iglesia San Ignacio. El feligrés actualmente vive en Perú, pero asegura que, cada cierto tiempo, necesita visitar a su amigo en Estación Central.

No es primera vez que Luis Salas visita el Santuario Padre Hurtado, esto pues hace 30 años ya tuvo la oportunidad de estar aquí junto a su señora. Le resulta imposible imaginarse en su país de origen y no pasar por Avenida Alberto Hurtado #1200, Estación Central.

“Cómo voy a venir y no voy a ver a mi gran amigo (…) el hecho de estar acá me permite recordar los tiempos en que los conocí y tuve la oportunidad de ayudarlo en una misa”.

Luis Salas, 91 años.

El feligrés destaca, por sobre todas las cosas, que Alberto Hurtado era un hombre de sonrisa permanente. Dice que podía tener problemas de toda índole, pero que siempre estaba riendo, cuestión que permitía percibir su potente bondad.

“Tuve esa ocasión de conocerlo y su legado fue tal que mi hija, en Perú, le puso por nombre a su jardín de infantes Padre Alberto Hurtado. Pues siempre hemos seguido conectados con la figura espiritual de este Santo”.

Luis Salas, 91 años.

La conexión de este hombre con Alberto Hurtado fue tan cercana que, en algún momento, incluso escuchó un chiste que Él decidió compartir con quienes estaban ahí en ese momento a su lado. ¿Quieres revisar cuál es? Presta atención a los videos que están publicados en las redes sociales del Santuario.

“Le pido al Padre Hurtado que me contagie de benevolencia para ayudar a gente que lo necesita. Hago parte de eso, pero me falta todavía y quiero que me dé un poco más de vida para conseguirlo”.

Luis Salas, 91 años.

Para este hombre visitar, junto a toda su familia, el Santuario significa un honor y un privilegio. Tradición que seguramente seguirá llevando a cabo a penas tenga la oportunidad de volver a su tierra natal para reencontrarse con “su gran amigo”.

Por Matías Burboa, Comunicaciones Fundación Padre Hurtado.

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"¡Qué grande respeto de Dios conmigo! Me pide, no me obliga. Aún me admitiría en el cielo, a pesar de mi desvío."