“No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Con esta frase, la bendición, y el “cumpleaños feliz” que los presentes cantaron con muchas ganas, terminó la Eucaristía de celebración de un nuevo aniversario del nacimiento del Padre Alberto Hurtado, el número 119.
Fue una eucaristía muy alegre la que se celebró para conmemorar un año más del natalicio del Padre Alberto Hurtado, el 22 de enero de 1901 en Viña del Mar. Sus padres vivían en Casablanca y un poco antes se trasladaron a Viña para que el nacimiento de Alberto no tuviera mayores complicaciones.
Se cumplieron 119 años desde que el santo chileno llegó a este mundo con la misión de enseñarnos que lo más importante es la dignidad de la persona, que quien ha visto a Cristo en los ojos de un hermano no se olvidará jamás, que hay que dar hasta que duela, que la caridad comienza donde termina la justicia. Y en este 22 de enero de 2020, dimos gracias a Dios por la vida del Padre Alberto Hurtado.
El Padre José Francisco Juraszeck, capellán del Hogar de Cristo presidió la Eucaristía, y en su mensaje relacionó la vida del Padre Hurtado con las Bienaventuranzas, explicando que en nuestra fe hay alegrías y dolores que van muy unidos, y que el Padre Alberto supo hacer realidad, “bienaventurados los pobres porque de ellos será el Reino de los Cielos”.
Además de cumplirse un nuevo aniversario del nacimiento del santo, la Fundación Padre Hurtado celebró los 10 años de la inauguración del edificio que alberga al Museo del Padre Hurtado. En la oportunidad el arquitecto Cristián Undurraga, quien proyectó el diseño del Museo, la Tumba y otros espacios del Santuario, compartió con el personal de la Fundación.
Sebastián L. de la Jara, director del Museo y gestor cultural de la Fundación señaló en su discurso que “Alberto nos hace una invitación a estar constantemente inquietos, a reflexionar de todo, a juzgar si es que hay que hacerlo, pero también a actuar. Ese es el motor que queremos inyectarle a este Museo: un espacio vivo, pensante y que al momento de difundir y conservar su vida y obra sea con palabra, pero también con acción”.
Agregó que “Un museo debe ser siempre un agente político, un agente propositivo, también crítico, un actor fundamental en cualquier sociedad. Y esa es nuestra tarea, de a poquito, porque somos pocos, pero trabajar para cumplir el objetivo.”