1. Hay tan pocos hombres completos. Los profesores nos preocupamos tan poco de formarlos. Y pocos toman en serio el llegar a serlo.
2. La formación debe llevar a cada uno a descubrir en sí aquel núcleo creador característico suyo, y a ponerlo en contacto con la chispa eterna. Este momento será Pentecostés. El que no ha descubierto su principio creador… no podrá modelarse él mismo orgánica y armónicamente. No está formado.
3. Hay un punto fundamental para que el hogar sea realmente una escuela y es el ambiente de un gran idealismo en el hogar… Si no hay ambiente de idealismo generoso no habrá vida honesta, porque no habrá fuerza para aceptar los sacrificios que supone la honradez de vida.
4. Toda formación que no modela la personalidad propia, sino que se deja avasallar y aplastar por las cosas, es una formación deforme. La formación ha de ser “sabiduría”.
5. Toda verdadera experiencia estética es un peldaño para el mismo Dios. Esta es la actitud del humanismo cristiano, abierto a todos los valores, porque son vestigios de Dios en la creación.
6. El cultivo del arte nos llevará, pues, a Dios.
7. La formación sobrenatural cristiana no es obtener formación extraña a la realidad. La formación cristiana es la formación de este mundo al mundo del más allá, de la naturaleza a la supernaturaleza, no es el desprecio de lo visible, sino su elevación encuadrándolo en el plano de lo divino.
8. La historia comprueba que siempre que decrece la vida cristiana, baja también con ella el nivel de cultura. Cuando desaparece la cultura humanística se introduce la barbarie.
9. El hombre tiene dentro de sí su luz y su fuerza.
10. La ciencia no es para la iglesia un lujo, sino una “condición vital de la fe y del apostolado”. Lo primero que se pide a un sacerdote es la santidad de su vida, pero además se le exige ciencia divina y humana y el conocimiento de todo lo que tiene un valor espiritual.
11. El espíritu sobrenatural solo, no basta para solucionar el problema social. Aunque todos los cristianos fuesen santos, no por ese sólo hecho se solucionaría el mal social, aunque, claro está, la tarea estaría enormemente facilitada al desaparecer el principal escollo del egoísmo. Hace falta también la técnica.
12. Es necesario observar las cosas, criticar las ideas, razonar sobre los hechos, proponer planes y construir. Hay que pasar de la moral a la técnica y para ello se necesita talento, trabajo y preparación especial.
13. Es misión del educador hacer caer en la cuenta a sus alumnos de los beneficios inmensos que nos proporciona cada día el trabajo de los demás.
14. Hacer consciente a cada joven y aún a cada niño, que es una persona, que en sus manos hay latente un inmenso poder, para el bien como para el mal, que así como los átomos microscópicos son capaces de esa tremenda energía cuando se la logra desencadenar, así ellos también son potenciales de felicidad ajena, de resurrección nacional.
15. ¡Responsabilidad! ¡Responsabilidad! ¡Responsabilidad! Es una palabra que los educadores han de predicar en todos los tonos y en todos los momentos a los educandos.
16. Al preparar a los niños a la primera comunión, se insiste en prepararlos para vivir en estado de gracia, pero, ¿se insiste igualmente en “el estado de caridad”? Se dice a los niños que hay que pedir a Jesús que los mantenga puros, pero, ¿cuántos les recomiendan que pidan generosidad y sacrificio?
17. Cada mañana un examen de previsión: ¿Qué buena obra puedo hacer hoy? Y cada noche, un examen retrospectivo: ¿He procurado servir, ser amable, alegrar hoy a los demás?
18. Fiarse de los obreros, fiarse de los jóvenes, fiarse de los niños, es una virtud profundamente formadora. Aquellos que nunca han tenido alguien que se fíe de ellos, no han visto brillar la más bella estrella de su vida. Podrán decir a sus padres y educadores, con razón: “Hubiera sido diferente si alguien hubiese tenido fe en mí”.
19. Todo hombre es débil cuando sólo se defiende a sí mismo, pero su debilidad se vuelve fuerza cuando tiene la responsabilidad de otros seres más débiles que él a quienes defender.
20. El trato de preferencia que puede dar un educador a los muchachos de situación más distinguida, de presentación más acomodada, crea amargura y hasta odios profundos, cuyas consecuencias no se pueden prever.
21. Cada profesión ofrece campo de trabajo cotidiano para una acción social profunda.
22. Un libro para muchos ha sido la ocasión de descubrir su vocación a la fe, al sacerdocio, al apostolado social… Cada uno de nosotros, ¡cuánta gratitud no debe a escritores que han ejercido poderosa influencia sobre su vida!
23. ¡Cuántos autores hay cuyas obras exhalan como perfume una sana filosofía, animadora para el bien!
24. Hay quienes tienen grandes talentos artísticos y nunca han sospechado que pueden ejercer una influencia social, si con espíritu de colaboración los ponen al servicio de una causa de bien común.
25. ¿Ha habido alguien que durante los años de colegio se haya encargado de hacer caer al niño en la cuenta de que sus actos repercuten en sus compañeros, que él está ligado a ellos por deberes y derechos recíprocos? Con frecuencia el alumno vive creyendo que su pereza o laboriosidad, son asuntos que sólo a él le interesan… ¡Profundo error!
26. Lo esencial es que el alumno comprenda que hay que reemplazar el principio de su responsabilidad individual delante del profesor por el de la solidaridad social, solidaridad de los alumnos entre sí y de los alumnos con el maestro y no contra él.
27. Los profesores que verdaderamente dominan sus materias dan margen a que en clase participen, ordenadamente, los alumnos en la discusión de un tema, de modo que la conclusión sea el esfuerzo de todos.
28. Una pedagogía social no puede contentarse con decir al niño: “Cuando tú seas grande harás esto o aquello”. La enseñanza moral, más que ninguna otra disciplina, para ser asimilada debe ser vivida.
29. Una vez puesta en claro la supremacía del bien común sobre los intereses individuales o colectivos, estarán más preparados los alumnos para profundizar el valor del patriotismo y el sentido de la comunidad internacional.
30. Disciplina y libertad, respeto y confianza, iniciativa y obediencia son términos a primera vista antagónicos, y que, sin embargo, una pedagogía social no debe oponer, sino por el contrario combinar.
31. La idea de asociar a los alumnos en una cierta medida al ejercicio de la autoridad debe ser mirado como un principio de formación social que hace desaparecer la idea individualista del alumno frente al maestro, para dar lugar a la concepción de solidaridad de los alumnos entre sí y con sus educadores.
32. La mayor parte de los juegos tienen un elemento de formación social, por cuanto al jugar se observan determinadas reglas que todos deben cumplir como en la vida real. La formación de orquestas y coros y las representaciones teatrales, tienen un valor de educación social bien efectivo, por la coordinación de fuerzas que supone la producción de un todo armónico.
33. La formación profunda de la voluntad no puede ser la obra de un maestro. Es la obra de todos los educadores unidos en un mismo ideal y una colaboración constante… Que los educadores se persuadan que son solidarios los unos de los otros, que sus esfuerzos deben ir unidos y que comiencen por ofrecer a sus alumnos el espectáculo de la colaboración.