1. La encarnación histórica necesariamente restringió a Cristo y la vida divino-humana a un cuadro limitado por el tiempo y el espacio. La encarnación mística que es el cuerpo de Cristo, la Iglesia, quita esa restricción y la amplía a todos los tiempos y espacios donde hay un bautizado.
2. Porque es nuestra madre, tenemos frente a ella una responsabilidad filial.
3. Hemos pensado más en vivir de la Iglesia, que en hacerla vivir y por esto hemos vivido más pobremente.
4. Para muchos la Iglesia ha sido el refugio contra todas las inquietudes, el seguro de la eternidad, una tribuna desde la cual se pueda ver el desfile de la vida sin temor a ser abandonados en la marejada humana.
5. Nosotros somos responsables de la Iglesia, colaboradores de Dios en la gran edificación del Cuerpo del Señor, en la redención y santificación de la humanidad.
6. La responsabilidad del crecimiento de la Iglesia es mía. Él cumplió su misión, pero quiere que yo cumpla la mía. Quiere servirse de mis pies para caminar, de mis manos para trabajar, de mis labios para bendecir, de mi ejemplo para entrar en las almas, ¿le negaré mi esfuerzo?
7. Aquí está mi sublime y consoladora realidad. La razón de ser de la Iglesia es santificar al mundo. Quiere extenderse para extender en ellos la santidad.
8. No es otra la misión de la Iglesia, no es el dominio político, la construcción de soberbios edificios, la celebración de grandes congresos… todo eso en tanto cuanto ayude a la santificación de las almas, que es el único fin propio de la Iglesia.
9. La Iglesia será lo que seamos nosotros.
10. Nuestra acción o inacción tiene un sentido social. La Iglesia ganará o perderá algo, según que yo cumpla o no cumpla mi papel, el que Cristo me ha señalado.
11. La Iglesia es Jesús, pero Jesús no es completo considerado independientemente de nosotros. Él vino para unirnos a Él y formar, Él y nosotros, un solo cuerpo, el cuerpo místico…
12. La Iglesia es Cristo, nosotros somos la Iglesia. La Iglesia no es algo respetable, al servicio nuestro, pero extraña a nosotros mismos… no, la Iglesia es nosotros. Cristo y yo y usted, el gran nosotros.
13. Los hombres todos somos hermanos, hijos todos de una misma Iglesia, miembros del mismo cuerpo, cuya cabeza es Cristo y participantes de esta vida que de Él desciende.
14. La gran amargura que nuestra época trae a la Iglesia es el alejamiento de los pobres, a quienes vino principalmente a evangelizar Cristo.
15. La Iglesia no puede ser salvada por soñadores que sólo entran en su nave con ensueños o buenos deseos.
16. Más fácil es encontrar quienes defiendan a la Iglesia en sus luchas estrictamente religiosas, que quienes quieran afrontar íntegramente la lucha contra la concepción egoísta y pagana del mundo económico contemporáneo.
17. La Iglesia no es una institución oficial, un puro cuerpo oficinesco, sino que es un Cristo prolongado y viviendo entre nosotros.
18. La autoridad de la Iglesia no es más que el magisterio de Cristo prolongado.
19. Los hombres… para entrar en la Iglesia esperan ver en nosotros, lo que vivimos en ella, el testimonio de la caridad de Cristo.
20. El cristiano sabe que la Iglesia es madre y como madre ha de cuidar de las necesidades todas de cada uno de sus hijos, sobre todo de los más necesitados.
21. Hemos de orar mucho… para que los hombres todos vean en la Iglesia el primado de la caridad, el esfuerzo permanente por realizar el amor de Cristo.
22. Yo quiero una Iglesia que sea al mismo tiempo obra divina y obra humana. La riqueza divina que da su limosna a la pobreza humana, y la riqueza humana que da su limosna a la pobreza divina. Dos riquezas y dos pobrezas que se complementan.
23. La Iglesia misionera no debe ser sólo la que bautiza y enseña catecismo, sino la que atiende a todas las necesidades de sus fieles y de los que puedan llegar a serlo: desde la comida, ropa, medicina, caminos… Es la Madre, madre visible.
24. A primera vista parece extraño que Dios haya dejado, a nuestra libertad, a nuestra generosidad, la suerte de su obra… pero, ¡qué motivo de tanta alegría que Dios haya confiado tanto en la generosidad de los hombres, que haya hecho depender de ellos la vida, la existencia de la Iglesia!
25. La Eucaristía es el centro de la vida cristiana. Por ella tenemos la Iglesia y por la Iglesia llegamos a Dios… Sin la Eucaristía, la Iglesia de la tierra estaría sin Cristo.
26. Jamás distinguir la Iglesia y Nuestro Señor. La Iglesia es Cristo, y Cristo es la Iglesia.
27. La vida de la Iglesia es sinfonía. Cada instrumento tiene el deber de alabar a los demás, pero no de imitarlos… Cada uno tiene su papel.
28. Si no tenemos resultados mayores en la obra de la Iglesia, ¿no será porque somos cobardes y lo somos en la medida en que no contamos sino con nuestras propias fuerzas? Nuestro socio Dios ¡Nosotros! No yo ¡Nosotros! Nosotros en manos de Dios, tomados por Dios.