Así como hace 30 años el Papa Juan Pablo II desafió a los jóvenes chilenos con la frase ¡No tengais miedo de mirarlo a Él!, apuntando al rostro de Jesús, ahora el Papa Francisco los invitó a usar como contraseña en sus celulares la pregunta del Padre Hurtado: ¿Qué haría Cristo en mi lugar”. Este es un extracto de su discurso a los jóvenes en el Santuario nacional de Maipú, miércoles, 17 de enero de 2018.
“Y déjame contarte una anécdota. Hablando un día con un joven, le pregunté qué podía ponerle de mal humor… Y él me dijo: ‘Cuando el teléfono celular se agota o cuando pierdo la señal de internet’. Le pregunté: ‘¿Por qué?’. Él respondió: ‘Padre, es simple, pierdo todo lo que sucede, me quedo fuera del mundo… En esos momentos, me apresuro a encontrar un cargador o una red Wi-Fi y la contraseña para volver a conectar’. Esa respuesta me enseñó, me hizo pensar que con fe, lo mismo nos puede pasar a nosotros. Todos somos entusiastas, la fe se renueva: un retiro, una conferencia, un encuentro, la visita del Papa; la fe crece, pero después de un primer período de caminar e impulso inicial, hay momentos en que, sin darnos cuenta, comienza a perder nuestro ‘ancho de banda’, poco a poco, y ese entusiasmo, que querer estar conectados con Jesús comienza a perder, y comenzamos a permanecer sin conexión, sin batería, y luego sufrimos el mal humor, nos desanimamos, triste, sin fuerza, y comenzamos a ver todo lo negativo.
… Sin conexión, sin la conexión con Jesús, sin esta conexión terminamos ahogando nuestras ideas, ahogando nuestros sueños, ahogando nuestra fe y por lo tanto nos llenamos de mal humor… Y permanecemos desconectados de lo que está sucediendo en el mundo. Y nos quedamos, sentimos que nos mantenemos fuera del mundo, en mi pequeño mundo donde estoy callado, allí, en mi sofá… Me preocupa cuando, al perder la ‘señal’, muchos piensan que no tienen nada que dar y permanecen perdidos…
Los jóvenes del Evangelio que escuchamos hoy querían esa “señal, buscando la señal que los ayudaría a mantener vivo el fuego en sus corazones”. Esos jóvenes, que estaban con Juan el Bautista, querían saber cómo cargar la batería del corazón. Andrés y el otro discípulo, que no dice el nombre, y podemos pensar que ese otro discípulo puede ser cada uno de nosotros, buscó la contraseña para conectarse con Aquél que es “Camino, Verdad y Vida” ( Jn 14, 6). Fueron guiados por Juan el Bautista. Y creo que tienes un gran santo que puede guiarte, un santo que cantó con su vida: “¡Contento, Señor, contento!”. Hurtado tenía una regla de oro, una regla para encender su corazón con ese fuego capaz de mantener viva la alegría. Porque Jesús es ese fuego que inflama a los que se le acercan.
Y la contraseña de Hurtado para reconectarse, para mantener la señal era muy simple… Seguramente ustedes trajeron el teléfono… veamos… Me gustaría que lo pegune en sus teléfonos celulares. Hurtado se pregunta a sí mismo, y esta es la contraseña, “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”. ¿Qué haría Cristo en mi lugar en la escuela, en la universidad, en la calle, en casa, con amigos, en el trabajo; frente a los que hacen los matones: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”. Cuando vas a bailar, cuando haces deportes o vas al estadio: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”. Esta es la contraseña Este es el encargo de encender nuestros corazones, encender la fe y la chispa en nuestros ojos.
Eso no desaparece. Esto es ser protagonistas de la historia. Ojos brillantes porque descubrimos que Jesús es una fuente de vida y alegría. Protagonistas de la historia, porque queremos infectar esa chispa en muchos corazones opacos y opacos, que han olvidado lo que significa esperar; en muchos que son apáticos y esperan a que alguien los invite y los provoque con algo que valga la pena.
Ser protagonistas es hacer lo que hizo Jesús. Dónde estés, con quien estés y en cualquier momento: “¿Qué haría Jesús en mi lugar?”.
¿Memorizaste tu contraseña? (Los jóvenes respondieron: ¡Siiii!) Y la única forma de no olvidar la contraseña es. ¡usarla! De lo contrario, sucede, claramente más para los de mi edad, no para ustedes, pero… Usted saben que les pasó a los locos de esa película que preparan un asalto, un robo a una caja fuerte, todo estudiado, y cuando llegan… han olvidado la combinación, olvidaron la clave. Si no usas la contraseña, la olvidarás. ¡Memorízala en el corazón!
¿Cuál es la contraseña? (Los jóvenes respondieron: ¡¿Qué haría Cristo en mi lugar?!) ¡Ésta es la contraseña. Repítelo, úsala, ¡úsala! ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Y debes usarla todos los días. Llegará el momento en que la sabrás de memoria; y llegará el día en que, sin que te des cuenta, el corazón de cada uno de ustedes latirá como el corazón de Jesús. ¿Qué haría Cristo en mi lugar … En el desierto, en el camino, en la aventura, siempre habrá ‘conexión’, habrá un ‘cargador’. No estaremos solos. Siempre disfrutaremos de la compañía de Jesús y su Madre y una comunidad. Ciertamente, una comunidad que no es perfecta, pero eso no significa que no tenga mucho que amar y ofrecer a los demás.
¿Cuál es la contraseña? (Los jóvenes respondieron: ¡¿Qué haría Cristo en mi lugar?) Queridos amigos, me gustaría quedarme más tiempo. Aquellos que tienen el teléfono, tómenlo en sus manos: es una señal, para no olvidar la contraseña. ¿Cuál fue la contraseña? ¡¿Qué haría Cristo en mi lugar?!. Y entonces te vuelves a conectar y no te quedas sin señal. Me gustaría quedarme más tiempo Gracias por esta reunión y por tu alegría. ¡Gracias! Y les pido que por favor no olviden de rezar por mí”.