La banda de rock chileno más mítica de nuestro país, creadora de una obra única y reconocida en todo el mundo, participará en un conversatorio con jóvenes el día 24 de octubre, a las 18.00 Hrs., en el teatro del Santuario del Padre Hurtado.
Amenizando la conversación con una tocata acústica, los integrantes de Los Jaivas hablarán sobre la importancia de la participación juvenil en la vida social de nuestro país.
El año 1963, mientras en Londres estaba naciendo The Rolling Stones, en la ciudad de Viña del Mar subían al escenario por primera vez Los Jaivas, solo que con otro nombre: High Bass. Con el tiempo, ambas bandas pasarían a la historia como míticas y marcadoras de varias generaciones hasta nuestros días.
Muy tempranamente, los High Bass empezaron a buscar nuevos sonidos y a inventar instrumentos. Gato Alquinta, uno de sus fundadores, partió a recorrer Latinoamérica sin un centavo y a su regreso influyó en el potente giro en la propuesta musical del grupo que pasó a llamarse Los Jaivas. Aunque ellos ya habían participado en movilizaciones estudiantiles, que promovían la reforma educacional, comenzaron a tocar junto a Víctor Jara y otros músicos de la época en eventos políticos. Aunque nunca militaron, se presentaron en actos organizados por el Mapu y en congresos organizados por las juventudes comunistas. Tras el Golpe Militar decidieron partir a Argentina.
Dos años más tarde, en 1975, regresan a Chile y repletan la Quinta Vergara en un fabuloso y memorable concierto. De ahí no paran: durante los setenta y los ochenta dan la vuelta al mundo con su música, marcada por una gran creatividad. A través de sonidos y letras narran la historia de nuestros pueblos americanos, hablan sobre la emoción de habitar el sur del mundo y la conexión con la naturaleza.
Hoy Los Jaivas siguen tan vigentes, vitales, admirados y seguidos como los Rolling. Y tendremos el privilegios de tenerlos conversando con jóvenes en el Teatro del Santuario del Padre Hurtado. Invitándolos a participar en la sociedad, a crear y promover cambios, en definitiva, como invitó el Papa Francisco en buen lunfardo: “Por favor, no balconeen la vida, métanse en ella”.
