El siguiente informe fue entregado por el Padre Hurtado a S.S. el Papa Pío XII en una audiencia privada el 19 de octubre de 1947, para pedir su autorización para fundar la Acción Sindical y Económica Chilena. Recién se conoció a comienzos de los noventa, cuando comenzó su proceso de canonización.
“Con espíritu de filial confianza me permito someter a V.S. algunas observaciones sobre la situación social de Chile, mi país de origen, animado por los llamados de V.S. a una acción inmediata que sea la obra de todos los hijos de la Iglesia. En mi opinión el mayor peligro está en que parecemos no darnos cuenta del peligro. Creemos estar todavía en un país profundamente católico y se piensa que las agitaciones sociales son efecto del oro ruso únicamente y que la propaganda protestante no es sino el resultado del dólar americano. Los sacerdotes y aun los Obispos, no parecen darse bien cuenta de la inmensa tragedia que nos va a coger desprevenidos.
Situación social de Chile
Ante todo, se nota una diversidad muy grande en las condiciones económicas y humanas. La aristocracia y la nueva plutocracia llevan una vida fácil. Sobre todo, es propietaria del campo: el 50% del terreno agrícola es propiedad de menos de 1.000 personas. El pueblo, en general, está en condiciones de un subproletario. Los ranchos en que vive son espantosos. El R. P. Lebert, O.P., Director de Economía y Humanismo, en una visita reciente a Chile, declaró que no había visto en parte alguna del mundo habitaciones semejantes. Es muy frecuente encontrar un promedio de ocho personas en piezas de nueve metros cuadrados: ¡y a veces se encuentran hasta siete personas en una pieza! En el campo, el régimen es casi feudal: grandes fundos en los que trabajan obreros que en su mayor parte no tienen ninguna posibilidad de llegar a ser propietarios. Los salarios son muy bajos. Los obreros son frecuentemente trabajados por los marxistas. Los comunistas controlan el 80% de los obreros sindicados, y los socialistas el 20%. La masa obrera de las ciudades profesa gran fidelidad al movimiento obrero, hoy desgraciadamente de inspiración marxista. No existe ni una sola organización de inspiración católica.
En el campo, los trabajadores han sido menos influenciados por el marxismo, gracias al régimen patronal, pero los sindicatos empiezan a organizarse, a pesar de la oposición de los patrones y de la mayoría de los católicos, y muy pronto el campo tendrá el sello marxista. La dificultad más seria en este avance social proviene del hecho de que el pueblo tiene íntima convicción que sólo puede esperar de los marxistas las verdaderas conquistas sociales, las que desproletarizan las masas. No ven un interés sincero en los patrones ni en la mayoría de los católicos para cambiar su situación miserable.
El clero, aun los Obispos, aparecen al pueblo como demasiado ligados con el capitalismo. Las actitudes sociales de los católicos parecen orientadas más bien a impedir el avance comunista que a desproletarizar las masas. De ningún modo se ve un esfuerzo para hacer pasar al terreno de las realizaciones las enseñanzas de las Encíclicas, y hasta en la exposición de esta doctrina se es demasiado “prudente”, a fin de no alienarse las clases dirigentes. La clase obrera sube sin nosotros y se da cuenta de ello. Los jóvenes de la Acción Católica han tenido algunas actitudes sociales, pero han sido criticados por varios Obispos y marcados como sospechosos de simpatizar con los comunistas.
Los Obispos son piadosos, preocupados del bien espiritual de las almas, pero la mayoría parece no darse cuenta de los reales movimientos de la masa. El ambiente que los rodea les hace pensar solamente en el peligro comunista. Me permito señalar que el Arzobispado de Santiago ha sido gobernado desde más de 40 años por Arzobispos santos, pero de edad, cuya falta de dirección personal se hace sentir en la capital, con repercusiones en todo el país.
Situación religiosa
Casi todos los chilenos son bautizados, pero su conocimiento y su práctica religiosa son muy pobres. Una pastoral colectiva de los Obispos ha reconocido que debido al reducido número de sacerdotes, cuatro millones de chilenos quedan fuera de la acción de la Iglesia, siendo la población de cinco millones.
De los 900.000 niños en edad escolar, 700.000 no reciben enseñanza religiosa en la escuela, y la mayoría tampoco en su casa. La mitad de los matrimonios no han sido beneficiados por la Iglesia. Recorriendo el país de un extremo a otro, como capellán nacional de los jóvenes de la Acción Católica, no he encontrado ni una sola Parroquia en que del total de la población vaya a la Misa dominical, el 10%, lo que significaría tal vez el 25% de los que están obligados a ella. Y los que no frecuentan la Iglesia son sobre todo los obreros. Hay una favorable reacción a los medios intelectuales fruto de la enseñanza secundaria y superior católica.
La Acción Católica pierde terreno cada día, y si no remedia, morirá pronto. Las causas de esta decadencia son sobre todo la falta de confianza otorgada a los laicos y el constante cambio de orientaciones. El clero es bueno, pero poco numeroso: no hay sino 900 sacerdotes chilenos y 800 extranjeros. Estos últimos años ha habido un promedio anual de 24 defunciones y solamente 14 ordenaciones en el clero secular.
Si se viese a la Iglesia más lanzada en las soluciones de los problemas humanos, se podría esperar que hubiese más vocaciones, porque en realidad puedo atestiguar que la mayor parte de las vocaciones de estos últimos años han sido movidas por su responsabilidad social.
Los medios populares pueden aún ser ganados porque subsiste un fondo de sentimientos cristianos. Sería necesario que ellos llegasen a creer que la Iglesia se interesa en los problemas humanos. Si esto no se logra, la frialdad religiosa podría cambiarse en odio.
La separación de la Iglesia y el Estado, y la instrucción de la Santa Sede respecto de la separación de la Iglesia respecto de los partidos políticos, han tenido una influencia purificadora frente a los no católicos.
Situación política
Un elemento muy importante para juzgar el problema social chileno y el alejamiento de la Iglesia de la clase obrera ha sido la actitud política de los católicos.
Para defender a la Iglesia del liberalismo laicizante se organizó el Partido Con- servador, al cual debe mucho la Iglesia y el País. A consecuencia de la separación de la Iglesia del Estado ha cesado la lucha religiosa. Casi al mismo tiempo comenzó una lucha social, causada por la toma de conciencia de las masas obreras. Ahora bien, los dirigentes del Partido Conservador quisieron a toda costa que su partido fuera todavía considerado como el único partido católico, y en ese sentido lograron tener el apoyo de muchos Obispos y una porción considerable del clero. Los dirigentes del Partido Conservador han sido los defensores de los intereses patronales: provienen en la mayor parte de los medios más acomodados y son reclutados entre los católicos más conocidos, de manera que para el País el partido conservador era sinónimo de Partido Católico.
Un grupo de jóvenes católicos conscientes de la Doctrina Social de la Iglesia se ha reagrupado en un movimiento “Falange Nacional” en el seno del Partido Con- servador. Después de algunas experiencias, una de las cuales fue la presentación como candidato a la presidencia de la República de don Gustavo Ross, símbolo de la extrema derecha capitalista, ese grupo forma un movimiento aparte.
Los conservadores han empleado todos los medios para hacer condenar por la Iglesia a la Falange. Enviaron delegaciones a Roma y acosa- ron con peticiones a los Obispos y muy especialmente a su S.E. Mons. Silviani (Nuncio Apostólico), que era muy favorable a la tesis de los conservadores.
Entre las opiniones de los Obispos, que han estado muy divididos, algunos quieren condenar la Falange, otros no quieren tocar ese tema. Estas críticas han tocado muy dolorosamente a este grupo de sinceros católicos, dedicados a la Iglesia, que buscan servirla en el terreno social donde su testimonio es casi único. En algunas actitudes prácticas la Falange fue más lejos de lo deseable. La influencia de este movimiento ha ablandado suficientemente la posición de los últimos gobernantes chilenos que han sido de izquierda, y al mismo tiempo ella ha demostrado al País que la Iglesia no estaba ligada a un sólo partido.
Algunos problemas urgentes
Me parece que el más grave es la pérdida de confianza en la Jerarquía de parte de muchos. Le reprochan falta de comprensión del momento social y no se cree en su trabajo y dedicación por el proletariado.
El comunismo es un peligro extremadamente grave, pero existe la tendencia de combatirlo por medios más bien negativos, favoreciendo la formación de grupos de asalto que pueden llevarnos a una lucha sangrienta. Y al contrario, se teme lanzarse en la difusión de la doctrina y la acción social.
Para llegar mejor al pueblo, sería necesario facilitar la asistencia a la Misa en los barrios populares. Sería también necesario hacer un llamado a la confianza de los laicos para que ellos realicen una acción social.
Los llamados de Su Santidad, han movido a un grupo de católicos laicos que me han pedido que les ayude a realizar la acción social con plena sumisión a la Jerarquía y fuera de la política de partidos. Su fin concreto sería preparar dirigentes obreros, a fin de que ellos lleven el pensamiento de la Iglesia al seno de los sindicatos, con los métodos de la ACCLI (Acción Católica Italiana): preparar a los patrones jóvenes en la doctrina social; hacer investigaciones serias sobre la realidad nacional, como medio de formación personal y a fin de conseguir un mejoramiento en la suerte de los trabajadores, y prolongar estas ideas por medio de círculos de estudios, Semana Social, Revista. Esta tarea va a ser difícil, pero con la bendición de V. S., se luchará con la confianza de trabajar por el advenimiento del Reino de Dios en esta América que hay que conservar para Cristo.
Muy humildemente a los pies de V.S.
Alberto Hurtado Cruchaga sj
19 de octubre de 1947.