1. Viajamos por el mundo con demasiado bagaje: todo exige nuestra atención y nos quita tiempo. ¿No es el camino del cielo angosto y escarpado y su entrada comparada al ojo de una aguja? ¿Cómo queremos pasar esta puerta cargados con tanta cosa?
2. Los pobres, los preferidos de Cristo. Su primer equipo: los pobres. La primera comunidad cristiana, comunidad modelo: comunidad de pobres.
3. Las monedas se multiplican cuando desaparecen en las manos de los pobres.
4. Bajo los harapos de pobre y bajo esa capa de suciedad que los desfigura por completo, se esconden cuerpos que pueden llegar a ser robustos y se esconden almas tan hermosas como el diamante.
5. Hay en el corazón de los niños vagos un hambre inmensa de cariño. Quien llegue a ellos por la puerta del corazón puede adueñarse de sus almas.
6. No descansen mientras haya un dolor que mitigar.
7. Los que hayamos dado a Cristo en el pobre, estará colocado en la eternidad.
8. Que los detalles para dignificar al pobre sean lo más importante. Que Cristo tenga menos sed, que esté más cubierto gracias a ustedes. ¡Sí, que Cristo ande menos “pililo”, puesto que el pobre es Cristo”!
9. El pobre suplementero, el lustrabotas… la mujercita de tuberculosis, piojosa, es Cristo. El borracho… ¡No nos escandalicemos! ¡Es Cristo!
10. …¿Es cristiano derrochar sumas enormes cuando otros mueren de hambre? -Es que todos los de mi situación lo hacen… -¿Pero no sería tiempo de comenzar a hacerlo de otra manera?… ¿Nos hemos dado cuenta de lo que tenemos nosotros… y de lo que carecen otros?
11. Al partir, volviendo a mi Padre Dios, me permito confiarles un último anhelo: el que se trabaje por crear un clima de verdadero amor y respeto al pobre, porque el pobre es Cristo. “Lo que hiciereis al más pequeñito, a mí me lo hacéis” (Mt. 25, 40).
12. No soy yo el que vive en mí, es Cristo quien vive en mí (Gal 2,20). Él es la cabeza, yo y mis hermanos los hombres, los miembros de ese cuerpo. Entre Él y nosotros hay una comunidad de vida: la vida de la cabeza es la vida de los miembros; su espíritu circula en nosotros. Con toda verdad podemos repetir como un mártir mexicano segundos antes de ser fusilado: Cristo vive en mí y yo vivo en Cristo.
13. Pasó por el mundo haciendo el bien, un bien que no es una altiva caridad tirada al pobre, sino una efusión de un amor que no humilla, sino que comprende, compadece fraternalmente, eleva. El gesto de Cristo es gesto de respeto, de comprensión, de compenetración afectiva con la masa doliente, de sentirse uno de ellos y de cargarse con todo su ser del lado de los que sufren, y de poner toda su palabra, su poder, su influencia del lado de ellos.
14. Cristo vaga por nuestras calles en la persona de tantos pobres dolientes, enfermos, desalojados de su mísero conventillo. Cristo, acurrucado bajo los puentes en la persona de tantos niños. ¡Cristo no tiene hogar! ¿No queremos dárselo nosotros? “Lo que hagan al menor de los pequeños, a Mí lo hacen”, ha dicho Jesús.
15. El prójimo, el pobre en especial es Cristo en persona. Lo que hagan al menor de mis pequeños a Mí lo hacen. El pobre suplementero, el lustrabotas, la mujercita de tuberculosis piojosa es Cristo. El borracho… no nos escandalicemos: es Cristo. Insultarlo. Burlarse de él. Despreciarlo es despreciar a Cristo.
16. Por eso, hay que tener “devoción por el pobre”. Tenerles devoción cariñosa, confieso que es bien difícil. Y uno sabe tantas veces que le están tomando el pelo, pidiéndole (dinero) para ir a tomar (alcohol)… Pero “lo que hacéis por el último de éstos mis hermanos, por Mí lo hacen”. Ese pobre es Cristo, ese niño, ese borracho. Amarlos, no avergonzarnos de ellos.
17. La Iglesia es la sociedad de los pobres, la ciudad para ellos construida. La Iglesia (es una) ciudad edificada para los pobres; es la ciudad de los pobres. Los ricos (son) sólo tolerados. La Iglesia es Iglesia de pobres y en sus comienzos los ricos al ser recibidos en ella se despojaban de sus bienes y los ponían a los pies de los apóstoles para entrar en la Iglesia de los pobres. Grandes de esta tierra, revístanse con sentimientos cristianos y miren con respeto a los pobres.
18. Hay entre los directores de esta obra el firme propósito de no contentarse con el mero acto de caridad de dar alojamiento al pobre, sino también de hacer cuanto se pueda por irlo readaptando en la vida humana. Una de las primeras cualidades que hay que devolver a nuestros indigentes es la conciencia de su valor de personas, de su dignidad de ciudadanos, más aún, de hijos de Dios.
19. Que los detalles para dignificar al pobre sean lo más importante; que Cristo tenga menos hambre, menos sed, que esté más cubierto gracias a ustedes. Sí, que Cristo ande menos ‘pililo’, puesto que el pobre es Cristo.
20. Este es mi último anhelo: que se haga una cruzada de amor y respeto al pobre, porque el pobre es Cristo, Cristo desnudo, Cristo con hambre, Cristo sucio, Cristo enfermo, Cristo abandonado. ¿Podemos quedarnos indiferentes? ¿Podemos quedarnos tranquilos?
21. La miseria no es problema político. Es un problema de fraternidad. La malicia ha sido hacerla problema político: en ese plan no tiene más solución que la fuerza.
22. Miremos el Calvario y pensemos que queremos ser pobres no de nombre, sino de realidad; que le prometemos a Cristo dejarlo todo para seguirlo. Es el precio que pagamos para hallarlo.
23. Cristo desnudo, Cristo con hambre, Cristo sucio, Cristo enfermo, Cristo abandonado. ¿Podemos quedar indiferentes? ¿Podemos quedar tranquilos?