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¡No teman! Reflexión de Pascua del Padre Jorge Muñoz, S.J. Rector del Santuario Padre Hurtado

Escrito por Fundacion Alberto Hurtado

¡No teman! (Mt 28, 1-20)

¡No teman! Son las palabras del ángel a María Magdalena y la otra María. Este es el mensaje que debemos escuchar nosotros también, y con aún mayor fuerza en este tiempo. ¿Por qué? ¡Porque lo necesitamos! Porque no podemos negar que el temor se apodera de nosotros, y nos angustiamos, y nos cansamos y… vamos perdiendo nuestra fuerza. Pero no sólo escuchar, es el mensaje que debemos repetir y hacer llegar a todos: ¡No teman!

Mientras los apóstoles, se quedan encerrados, esperando con una secreta -pero débil- esperanza, las mujeres, por el inmenso amor que sienten por Jesús, no podían quedarse quietas, y deciden ir al sepulcro. Iban atemorizadas, desconcertadas, pero van. Sienten que algo deben hacer. No puede estar todo terminado. No puede haberse acabado todo así como así.

Y primero el ángel, y después, Jesús, les dicen: ¡No teman!

¿Temor de qué? De pensar que el mal y la muerte pueden vencer al amor, a la generosidad, a la justicia. Temor de que no hay salida a lo que estamos viviendo. Temor de perder lo que amamos.

El miedo es pensar que Jesús ha fracasado.

El miedo es no creer que, ocurra lo que ocurra, y aunque a veces no lo parezca, el amor y la vida vencen. Eso mismo. El miedo nos hace pensar que el amor no vence, que la vida no vence.

¡No teman! Dejémonos convencer por las palabras de Jesús. ¡Qué nada nos arruine la vida! ¡Qué nada nos paralice! ¡Creámosle a aquello que celebramos: el triunfo de la vida!

¡Vayan a Galilea!, les dice también el ángel. ¿Y eso qué es?
Las mujeres corren a contar lo sucedido. De camino se encuentran con Jesús, y les insiste que vayan a Galilea. ¿Qué es Galilea?

Galilea es lo común y corriente. No es Jerusalén. No es el Templo. Galilea es la vida cotidiana. Allí, en su vida de siempre, verán a Jesús.

Ese es el mensaje para cada uno de nosotros: ¡No teman! Vayan a casa, vayan a su trabajo -que lo estamos haciendo desde casa y algunos presencialmente-, vayan a su barrio, a su pueblo, a lo de siempre. Allí donde hacen su vida. Allí donde son felices y donde sufren. Allí me verán. Ahí estaré. Ahí estoy. ¡He resucitado!

¡Qué nada ni nadie nos quite esta alegría! ¡Muy feliz Pascua de Resurrección!

P. Jorge Muñoz Arévalo, SJ

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