¿Quién es el Padre Hurtado para ti? Acá un poeta y académico nos da su respuesta. ¿Cuál sería la tuya? Responde en los comentarios, ¡los leemos!
A tumbos corría el incansable siglo veinte. Queriendo volar, tropezaba, reptaba, se daba de cabezazos contra las alambradas y los muros que él mismo iba levantando, contra sus pies a medio extraviar, contra sus manos demasiado seguras. A tumbos contra una memoria que se llama siglo diecinueve, siglo dieciocho, la memoria secular, de la que él mismo no sabía si despojarse o si cargar. ¿Soberbia o entereza? ¿Displicencia o dignidad? Una memoria, la memoria del mundo: un cuerpo acaso con dolores de parto, convulso entre los ecos de una belleza magullada, de un rostro ya desfigurado, un cuerpo a punto de alumbrar, pero a punto de alumbrar qué, oh Señor de la Historia.
Pero nace un niño en el confín de ese mundo. Viña del Mar: nace de cara al océano, al alero de una fortuna cuya sombra sin embargo se retira, y en la huella de un padre en cuyo rostro ese niño no pudo contemplarse. Pero la madre sigue junto a ti, pequeño Alberto; ella es tu voz antes de que puedas afinar tu propia voz; ella es tu mirada, en cuyo haz se dibujó un colegio más allá de tu aldea. Tu madre: tu voz, tus ojos, tu amor que pronto comenzará su propia expansión, con tus propios pasos de niño, de joven ya. Centro de Santiago: cruzas el umbral del Colegio San Ignacio y parece que, ad maiorem Dei gloriam, empiezas a caminar a la velocidad del patio bullicioso, a palpitar junto a los andrajos que nadie puede esquivar en las veredas, a conversar entre el humo y el frío, a pensar al ritmo de la gran ciudad.
¿Qué realmente hubiera hecho Cristo en tu lugar, Alberto? ¿Cómo, Señor, distinguir la voz tuya de entre las voces del mundo, en un siglo que multiplica los medios de comunicación y que divide sus fines hasta disiparlos o evaporarlos? ¿Cómo encontrar, cómo escuchar al quién que nos escuchó y amó primero? (¿Llamó, dije llamó?) ¿Qué hubiera hecho en tu lugar, Alberto? Por eso, cuando los cristos del alma nos importunan con sus caídas hondas en plena calle, en las narices mismas de la República que con tantos esfuerzos conservadores y liberales hemos consolidado, y cuando pululan, por ejemplo, como costras junto al Mapocho, tajo de mi rostro, entiendes que no tiene ya sentido hablar de tu tiempo: ha brillado tu lugar. ¿Lo entiendes? En tu tiempo, en esa hora ancha, ¿qué hubiera hecho Cristo en tu lugar? Pero piénsalo; no lo digas todavía. No lo escribas todavía (es probable que se convierta en eslogan). Cristo, que no permitió mercaderes en el templo, ¿qué otras cosas no hubiera permitido, no hubiera hecho, ni siquiera tolerado?
Y entonces, cuando es llegada y crecida la hora, los criterios del discernimiento que aprendiste en el colegio serán criterios en crisis, en trance de estallido. Acción Católica, revista Mensaje, Acción Sindical, el sermón de la misa para esas señoras y para esos señores, un libro y otro libro serán así distintas modulaciones de la Doctrina Social de nuestra Iglesia que no te resignarás a consignar y valorar sino a poner en juego como tu vida misma, con el criterio de un severo amor. Y si este juego de palabras no fuera tan pobre –y un pobre fuego–, no diremos criterios sino cristerios, criterios en trance de cumplirse ante la presencia del cristo tan real, de realidad quemante, de realeza nunca del todo extinguida. El cristo minúsculo para quien enciendes y alimentas el hogar. El cristo que nos transparenta al Padre, a cuya sombra sigues caminando.
Nuestro bloguero invitado esta semana es Roberto Onell H., quien nos presenta al Padre Hurtado desde la poesía. Licenciado en Sociología y Doctor en Literatura, es profesor en la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile e integra la Asociación Latinoamericana de Literatura y Teología (ALALITE). Ha publicado artículos sobre poesía hispanoamericana en revistas académicas y crítica literaria en la prensa. Su tesis doctoral, La construcción poética de lo sagrado en ‘Alturas de Macchu Picchu’ de Pablo Neruda, se publicó en 2016. Como poeta, es autor de los libros Rotación (2010), Los días (2015), Voz en camino (2020) y La hora de Ñipas (2021). El texto pertenece al proyecto ‘Hagiografías de los santos patronos de la Pontificia Universidad Católica de Chile: palabra e imagen’ concluido en 2018 junto al profesor Federico Aguirre. San Alberto es el patrono de las facultades de Derecho y de Teología de la UC, y de Derecho de la Universidad Finis Terrae.
Para mí el padre Hurtado fue un verdadero contemplativo en la acción. Siempre me ha llamado la atención que antes de entrar a la Compañía, quiso ser monje de claustro y fraile seráfico.
Asimismo, demostró tener a Cristo siempre por sobre sí mismo, como cuando ante el esputo de aquel que le llamó cura rojo, él respondió pacífico: “eso es para mí, pero ¿qué le darás a Cristo?”
Me gusta lo que nos recuerdas,Pablo. Así es, el Padre Hurtado quiso ser monje cartujo, lo que es una muestra de que todo lo que hacía lo hacía desde ese ser cristiano. Es una figura compleja: social y no comunista, sacerdote católico con todas sus letras pero no cartucho…. Es hermoso como todas esas características se resumen en una palabra: cristiano. ¡Gracias!
Para mí el Padre Hurtado, es un tremendo Santo y formador de nuevas generaciones. En la Facultad de Derecho de la Universidad Finis Terrae, ha sido una oportunidad tenerlo de Patrono y compartir con él nuestras alegrías y preocupaciones como juristas. Él nos interperla permanentemente respecto del significado de juticia, nuestro servicio a los demás con una visión antropológica cristiana. Amaba a su país, Todos sus mensajes son de actualidad. En lo personal, agradezco que su modelo de abogacía me enseña a ver en la persona del más vulnerable, a la persona de Jesús. ¡Gracias a la Fundación P. Hurtado por custodiar su legado!
Gran ejemplo para los jóvenes de hoy. Incansable en su misión, luchador , llevando siempre a Cristo por delante.. e imitándolo en todo .
Ojalá hubiera muchos Alberto.
@Angelita, justo este año se cumplen 100 años de la titulación de San Alberto cómo abogado. Tremendo testimonio para abogados por su pasión por la justicia. Vemos desde la fundación que en la Finis Terrae tratan de hacer vida su legado. Nos encanta trabajar con ustedes!
@Ximena Díaz, ese tema es tan fuerte. A principio de año estuvimos con 200 jóvenes novatos de derecho de la Finis Terrae viendo la película del Padre Hurtado. Uno lloraba de emoción y dijo: Yo siempre había querido que mi carrera tuviera un sentido. Los jóvenes conectan mucho con el Padre Hurtado, hay que presentarlo no más. Que él haga el resto. Un abrazo y felices de ternera acá.
Para mi es un modelo a seguir del cristianismo en distintas aristas. Desde la acción con el más pobre, el necesitado, el obrero y el campesino, hasta la reflexión y oración a Dios, tan profunda que nos interpela a quien amar, nuestra vocación, e incluso una guía cristiana de cómo enfrentar la muerte.
Cada vez que puedo, leo sus escritos que renuevan mi amor a Dios.
El Padre Alberto, pudo ver siempre a nuestros Señor Jesucristo en el hermano necesitado. Sus obras en ese sentido perduran hasta hoy. Dios pidió; amen a sus hermanos como así mismos. Y él lo hizo a un nivel exponencial. El Padre Alberto proclamo y propagó el amor de Dios hacia nosotros.
Para mi el Padre Hurtado es valentía ejemplo de hombre capaz de mirar , tomar perspectiva para buscar soluciones. Valiente para decir y para hacer , valiente para conectarse con los dolores y darles respuesta .
Un Hombre que no se hizo indiferente ¿ se imaginan como sería Chile hoy , con hombres y mujeres valientes ? A ponernos las pilas !!!
@Donato Meza querido, ¡que alegría verte por acá! Qué lindos recuerdos cuando trabajábamos con el padre Samuel Fernández y la Mariana en la época de la canonización del Padre Hurtado. Gracias por recordarnos lo de la oración y el amor, que San Alberto deja claro que van tan unidos. No es fácil amar, solo la unión con Dios nos lo permite. Encontrar a Dios en todos los rostros, en todas las cosas. Renuévanos en el amor, Alberto.
@Cristian Herrera, de ahí nace todo. Si amamos a Dios, ¿como no amaremos a los hermanos? Me imagino que para el Padre Hurtado no fue fácil amar. Hay unos escritos de su época de noviciado en que él se pone medios muy concretos para hacerlo: no hablar mal de otros, disculpar los errores, hablar bien de los demás, sonreír… todo eso era prueba de que su amor era gracia, pero también fue forjado. ¡Nosotros también podemos amar así! Debemos pedir la gracia y poner los medios. ¡Gracias por tu comentario!
@María Paz Vega querida, así es. Hombres y mujeres con parresía, del Espíritu, imbuidos de la fuerza de lo alto, del amor. Mirar al otro, mirar la realidad y dejarse tocar por ella. No temer que el corazón se quiebre. Dios dará la fuerza. Como dices, podemos cambiar Chile, desde donde estamos. ¡Un abrazo!
Muchas Gracias Roberto por tu Hermosa y Sabia Palabra en torno a San Alberto Hurtado de Chile