Con una misa especial y un desayuno cumpleañero se realizó el pasado sábado 15 de octubre, la celebración de aniversario de las “Servidoras del Padre Hurtado”. El grupo de voluntariado más longevo del Santuario, que este 2022 cumplió 33 años de servicio.
Este sábado muy temprano fueron llegando las festejadas, pues la alegría y emoción era creciente. Un grupo de alrededor de de 30 mujeres, la mayoría de avanzada edad, son quienes componen actualmente el voluntariado que lleva por nombre las “Servidoras del Padre Hurtado”, que en este 2022 cumplen 33 años de servicio junto al santo chileno.
El festejo inició con una misa especial en la tumba de San Alberto que fue oficiada por el Padre Arturo Vigneaux sj, Rector del Santuario, quien junto con reconocer y agradecer los más de 30 años de servicio del grupo, pidió la intersección del Padre Hurtado para que puedan seguir realizando esta extraordinaria misión por muchos años más. Luego de la ceremonia se realizó un desayuno de cumpleaños donde las voluntarias y el equipo de pastoral de la fundación, celebraron este nuevo aniversario.
Las veladoras
En sus inicios no eran más de 7 u 8 mujeres que convocadas por el cura de la época,- antes de la creación del Santuario tal como lo conocemos- tenían por labor ser “veladoras” de los restos del Padre Hurtado. En esa época se realizaban turnos para acompañar los restos mortuorios del santo, que se encontraban en la que actualmente es la Capilla de la Bienaventuranzas, junto al Templo Parroquial Jesús Obrero.
Con el paso de los años y la creación del Santuario Padre Hurtado, este grupo de voluntarias creció exponencialmente. Hoy en día se han transformado en la cara visibles para cientos de peregrinos que llegan a visitar a San Alberto, a quienes reciben con una sonrisa y una estampita. Un gesto de bienvenida para que se sientan acogidos.
Un parche curita para el alma
En los años de voluntariado han pasado cientos de personas por este grupo, en su mayoría mujeres, que han encontrado en el servicio al prójimo una forma de vida y muchas veces una cura a sus propias preocupaciones.
Olga Brandenberg, es Servidora desde hace más de 25 años:
“Esencialmente es un trabajo de acogida. Es recibir al peregrino y mostrarle con una sonrisa que Cristo sigue presente en nuestras vidas, que no hay ningún dolor que no se pueda superar en la medida que nos encomendemos con fe en el Señor. Y para eso está San Alberto como un magnífico intermediario.
Acá viene gente con mucho dolor que necesita ser escuchado, acompañado. Nosotras le ayudamos a canalizar ese sufrimiento por medio de la oración. También en algunos casos los derivamos con el equipo de acompañamiento espiritual.
En el fondo somos como un parche curita”.
Nancy Salazar (51 años) ya lleva 27 siendo parte del voluntariado.
“Contento, Señor, contento, es la frase que más me refleja. Trato de ser optimista en todo lo que hago y recibir al peregrino con alegría”, dice sonriendo.
“A mí lo que me llamó mucho la atención del Padre Hurtado, era el hecho de la acción que él tenía. Que no era sólo de oración ni contemplativo, al contrario, era capaz de moverse y al mismo tiempo mover masas. Siempre buscando el bien común”.