En la vereda sur de la Alameda, frente al Centro de Extensión de la Universidad Católica, se inauguró en enero una gran escultura en homenaje al Padre Hurtado. “Se trata de un haz de luz…, la irrupción generosa de la luz de Dios encarnada en San Alberto”, explican sus autores.
El proyecto de una escultura homenaje a San Alberto Hurtado fue una iniciativa del rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Dr. Ignacio Sánchez para conmemorar este 2018 los 100 años del ingreso del Padre Hurtado a la Escuela de Derecho de esa casa de estudio. Y la fecha elegida para inaugurar la escultura fue el 17 de enero pasado, cuando el Papa Francisco visitó la Casa Central.
Los autores de esta obra son Luis Prato, escultor, doctor en Bellas Artes y actual Decano de la Facultad de Artes de la UC, y José Quintanilla, arquitecto. doctor en Arquitectura y académico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la UC.
Ambos nos cuentan detalles del proceso de creación y el significado de esta obra no figurativa.
UN FUEGO QUE ENCIENDE OTROS FUEGOS
¿Qué conocimientos previos tenían del Padre Hurtado?
Ambos autores nos formamos en el Colegio San Ignacio de Alonso Ovalle en Santiago de Chile, por lo que la figura de san Alberto Hurtado hace ya muchos años se ha ido configurando en nosotros. El conocimiento tanto de la persona del padre Hurtado, como de su obra, nos llegó de testigos directos que han dado un gran testimonio de él.
¿Cómo cristalizó el proyecto?
La tarea más compleja que planteó el proyecto fue responder a cómo crear una forma que contuviera, simbolizara, recogiera un legado tan vasto que es mucho más que una suma de acciones relevantes, sino el mismo testimonio de Jesús en su vida. Pero ante esta pregunta, se antepone una certeza: el arte es capaz de interpelar el espíritu humano y hacer presente aquello que escapa a nuestros ojos e incluso entendimiento. El arte, en tanto manifestación sagrada del Espíritu de Dios, hace posible manifestar su presencia y llegar a lo profundo del corazón humano. A partir de esta certeza trabajamos buscando esa forma fundamental que haga presente, en medio de nuestra ciudad, al Padre Hurtado, su legado y vocación.
¿Cuáles son las características técnicas de esta obra?
La obra es una gran pieza de 17 metros de altura, compuesta por tres tubos de base cuadrada que cobijan un espacio central que es fuente luminosa. Su inclinación de 75 grados le confiere el dinamismo de una luz que, a la manera de un rayo, ha de resplandecer en la ciudad. A la hora del atardecer la luz interior de la columna-rayo recuerda al Padre Hurtado que salía en busca de los más necesitados.
Nos propusimos:
- trabajar con lo justo (economía y austeridad), considerando la calle como un pedestal.
- que la construcción fuera con elementos industrializados (alusión al mundo obrero).
- crear una pieza compuesta por tres elementos que conforman un vacío central. La figura del “trisquel”, que representa la evolución y el crecimiento, el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu, manifiesta el principio y el fin, la eterna evolución y el aprendizaje perpetuo. Constituye la trinidad del pasado, el presente y el futuro.
- iluminar el vacío desde la materia
- que la pieza perdiera la posición de equilibrio, introduciendo dinamismo entre los elementos “hieráticos” frente a la fachada. Constituye un extrañamiento… una “hierofanía”.
- que el cuerpo de 17 metros de alto establezca, con su inclinación, un diálogo con la fachada maciza de la UC, que la interpele en un juego entre equilibrio y desequilibrio.
- que la sombra del querer conocer que de soslayo toca la fachada de la casa del conocimiento, que se deja tocar desde el vacío luminoso de la pieza a través de la palabra de san Alberto Hurtado. Un fuego que enciende otro fuego.
SAN ALBERTO: UN HOMBRE PORTADOR DE LUZ INTERIOR
¿Cuáles fueron las principales barreras a superar en el proceso de proyecto?
Primero, acordar junto a las autoridades de la Universidad, que una escultura en homenaje a san Alberto Hurtado no podía ser figurativa. La reflexión sobre el arte que se lleva a cabo al interior de la universidad reclamaba no reproducir imágenes sino poner atención en lo central del mensaje de san Alberto Hurtado. Por otro lado, la aprobación por parte del Consejo de Monumentos Nacionales fue un camino largo. También, la tramitación municipal siguió un proceso no exento de tropiezos. Todo lo anterior permitió ir madurando las ideas que estábamos trabajando a través de un diálogo intenso con las autoridades de las que dependía su aprobación.
Luego, tuvimos que dar con una constructora que se entusiasmara con la ejecución de este proyecto. Esto llevó mucho tiempo, fue una búsqueda larga y el haber encontrado al ingeniero y constructor David Campusano y su empresa (ALBRO), hoy lo percibimos como algo verdaderamente providencial. Trabajar con ellos ha sido tan inspirador como revelador. David Campusano también es ignaciano del Colegio San Luis de Antofagasta.
¿Qué busca transmitir esta escultura?
Se trata de un haz de luz, un rayo luminoso que desde lo alto, con fuerza y delicadeza, se posa sobre las calles de nuestra ciudad. Una visita, un regalo, la irrupción generosa de la luz de Dios encarnada en san Alberto Hurtado. Una línea de luz, un gran pilar inclinado que representa la presencia activa del Dios amor que se ha hecho presente en la historia de nuestro país en la figura de un hombre que se declaró disponible a ser portador de la buena noticia. Un hombre portador de una luz interior que fuera proyectada a su comunidad de hermanos, a un país entero hambriento de sabiduría y de Dios. Un testimonio que iluminó los caminos de tantos hombres y mujeres para hacer de nuestra sociedad un lugar más justo, más humano, más comprometido y generoso. No es fácil encontrar las formas, los colores, los espacios que puedan hablar, rendir justo homenaje a la grandeza de un hombre que inspirado y sostenido en el amor de Dios, diera tan alto ejemplo a todos quienes hemos recibido su legado. Por ello, se ha buscado en esta obra la pureza de un gesto único, fuerte, rotundo pero delicado a la vez; una señal que recuerda a una persona, pero sobre todo, que hace presente los valores que lo inspiraron. Un destello en el camino que nos recuerda aquel “fuego que enciende otros fuegos” que invita a contagiarnos del amor de Dios y a trabajar activamente, con todas las fuerzas, por los más necesitados
En lo personal, qué importancia tiene esta escultura para ustedes como autores?
Ha sido un aprendizaje: ¿cómo construir lo “grandioso” desde la economía y austeridad de medios? ¿Cómo intervenir el espacio público alterando u ofreciendo una nueva percepción de éste? ¿Cómo establecer un diálogo entre esta pieza tan puntual y el gran lienzo de la fachada de la Casa Central de la UC? Aportar a través de esta pieza una nueva mirada al mensaje de san Alberto Hurtado ya sería suficientemente importante y justificaría el largo proceso que comenzó en 2012.
Como autores reconocemos que el proceso de trabajo nos ha empujado a comprender que ha sido el esfuerzo compartido entre muchas personas lo que se refleja en la obra terminada. Durante el proceso hemos discutido diversos aspectos, por ejemplo, con profesores de Teología, Diseño, Agronomía; con autoridades universitarias como el Rector y su Comité Directivo, así como también con autoridades del Consejo de Monumentos Nacionales y de la Municipalidad de Santiago, siempre buscando, no defender una idea genial, sino, aquella disposición final que diera cuenta verdadera de una comunidad que celebra a su querido Santo. Finalmente, nos sentimos interpelados a entregar este regalo a nuestra ciudad con la tranquilidad de que lo hecho ha sido siempre para la mayor gloria de Dios.